HO´OPONOPONO
POR EMILIO CARRILLO.
18.
¿Qué es el ho´oponopono?
El
denominado ho´oponopono es una práctica ancestral fundamentada en la
consciencia de ser y en la doble dimensión de ésta como “alerta” y “espacio”.
Como ya se ha señalado, la consciencia se relaciona con “ser” y cuenta con dos
esferas indisolublemente ligadas: “consciencia de lo que se es” y “consciencia
de lo que es”. La primera se refleja en estar “alerta”: sé y siento lo que soy
(toma de consciencia de lo que se es, de quien soy). Y la segunda, con el
“espacio”: mi ser es el espacio en el que surgen las formas del ahora (toma de
consciencia de lo que es, de lo que es la realidad). “Yo soy el que soy”
sintetiza esta doble perspectiva. Permanezco en alerta siendo y sintiendo en el
ahora mi ser verdadero y subyacente, eterno, inmutable. Y constato cómo mi ser
es la forma del momento presente, lo que explica y en lo que se despliegan los
contenidos cambiantes del ahora.
Nada
es, por tanto, ajeno a mi Ser: ni mi Yo verdadero, pues es mi Ser mismo; ni las
formas mutables del ahora continuo, pues yo soy el espacio en el que existen y
se desenvuelven. Al adquirir esta conexión con el Yo verdadero, no utilizo el
ahora en otra cosa que no sea para Amar. Y comprendo y acepto que tengo el 100
por 100 de la responsabilidad de todas las cosas que me ocurren y suceden a mi
alrededor y de la globalidad de las formas mutables del momento presente, del
ahora, de la vida. El pecado no existe, ni nadie nos juzga, pero cada uno tiene
la completa responsabilidad de su vida y de los hechos, relaciones, encuentros
y eventos que en ella se producen.
Este
convencimiento estaba presente en antiguas culturas. Y en ese mismo
convencimiento se basa precisamente el ho´oponopono, que nos recuerda que la
vida es realmente una cadena de vidas físicas y que guardamos en nuestra
memoria trascendente, en el “disco duro” sutil de cada uno, todos los
pensamientos generados y experiencias acontecidas a lo largo de la citada
cadena vital. Son estos pensamientos (los plenos de Amor, pero también los
dolorosos y funestos) y experiencias (las llenas de Amor, pero igualmente las
carentes de él y que han causado daño a nosotros mismos o a los demás) los que
mantenemos en nuestro disco duro y proyectamos hacia la dimensión superficial
–formas y contenidos- del momento presente y del mundo exterior, que es
moldeada por nosotros mismos a semejanza nuestra.
El
ho´oponopono proviene de tradiciones indígenas del Pacífico, en general, y de
la cultura hawaiana, en particular. Literalmente significa “acertar el paso” o
“corregir el error”. De acuerdo con arcaicas creencias, el error proviene de
experiencias dañinas y pensamientos frustrantes desplegados en otras vidas y
que se acumulan en la memoria donde almacenamos nuestra existencia –cadena de
vidas-. Esta memoria trascendente, incluida la parte de la misma contaminada
por tales experiencias y pensamientos faltos de Amor, aflora y se manifiesta en
nuestra vida actual, reflejándose y explicando multitud de actos, sucesos y
circunstancias que vivimos y nos rodean. Ante esto, la práctica del
ho´oponopono nos enseña a que conscientemente agradezcamos a nuestro Ser
profundo las cosas bellas y hermosas que ahora vivimos -cual modo de subrayar y
poner en valor la parte (archivos del disco duro) repleta de Amor que la
memoria trascendente atesora- y reconozcamos y asumamos como responsabilidad
propia la totalidad de las vivencias dolorosas del presente –cual forma de
eliminar y borrar la parte (archivos del disco duro) carente de Amor que la
misma memoria guarda-. De esta manera, ho´oponopono ofrece la posibilidad de
revalorizar los archivos con Amor y eliminar los sin Amor, liberando la energía
de experiencias y pensamientos cargados de daño y error que son causa y origen
de desequilibrios, desasosiegos, insatisfacciones, enojos, enemistades y
enfermedades.
El
ser humano es una unidad energética y vibracional en la que conviven tres gamas
o modos vibratorios: Espíritu o Yo verdadero –en terminología ho´oponopono,
“Aumakua”, “Superconsciente” o Padre-; cuerpo físico, con la mente y el
intelecto como componente más desarrollado –“Uhane”, “Consciente” o Madre-; y
alma, que, junto al ADN sutil (“células del alma”), almacena las experiencias
acumuladas durante la cadena de vida –en ho´oponopono se llama “Unihipili”, “Subconsciente”
o “Niño Interior” a esta conjunción de energía consciencial-.
Pues
bien, éste último componente es el responsable de todo lo que proyectamos desde
nuestro disco duro hacia las formas del mundo exterior. El Unihipili acumula
los archivos de memoria, tanto de esta vida como de las restantes de la cadena
de vidas que recorremos en nuestra encarnación en el plano humano; y lanza sus
contenidos a las formas del momento presente, moldeándolas a nuestra semejanza.
Sin embargo, el ser humano consciente está en condiciones de incidir sobre esa
memoria y los archivos para afianzar las experiencias y pensamientos plenos de
Amor –que se manifiestan en hechos positivos y hermosos de nuestra vida de
ahora- y eliminar los llenos de odio, frustración y resentimiento –que se
plasman en circunstancias y vivencias negativas y dolorosas de la vida
presente-.
¿Cómo
hacerlo?. Por medio del Uhane o Consciente, que es a quien corresponde decidir
que aceptamos al 100 por 100 la responsabilidad de nuestra vida. Esta aceptación
posibilita que trabajemos en el archivo que haya generado la situación que nos
afecta en la actualidad, en la idea de que todo en nuestra vida nos llega para
que borremos energías perniciosas guardadas en la memoria trascendente o
afiancemos los archivos llenos de Amor que también atesora.
19.
Comunicación con nosotros mismos
Para
la puesta en práctica del Uhane con esta finalidad, debemos dejar a un lado la
racionalidad y el intelecto, confiar en nuestra dimensión subyacente –Espíritu,
Amor- y trabajar con las herramientas que el ho´oponopono ofrece. Son sencillas
y directas. La más fructífera consiste en establecer una comunicación fluida y
constante entre el Uhane o Consciente y el Aumakua o Ser profundo.
Así,
para fijar y potenciar en la memoria los pensamientos y experiencias de Amor,
es suficiente con que desde el Uhane digamos “gracias” o “te quiero” a nuestro
Ser interior ante las cosas hermosas de nuestra vida cotidiana. Y para borrar
los pensamientos y experiencias sin Amor, basta con que digamos “lo siento,
perdóname por la parte de mí que ha creado esto y lo ha traído aquí, lo ha
puesto en mí o lo ha proyectado a otro o a los demás”. Y recordando siempre que
damos gracias o pedimos perdón a nosotros mismos, no a alguien o algo ajeno a
mí. No hay nada fuera que nos traiga nada; no somos pecadores ni culpables;
nadie nos juzga. Nuestro Espíritu sólo nos pide que desde el Consciente digamos
“gracias” o “lo siento”. Creas lo que crees; y si Yo lo he creado, Yo lo puedo
cambiar. Esto es aceptar el 100% de responsabilidad de nuestra vida.
Ho´oponopono
impulsa, por tanto, una comunicación consciente con nuestro Ser interior para
que éste tome el mando y afiance o borre, según el caso, partes concretas de
nuestra memoria trascendente. Y la respuesta ante tal comunicación es
automática, aunque no la proporciona el intelecto, sino nuestra energía divina,
a la que conscientemente dejamos fluir y operar para recalcar o eliminar
componentes de la memoria. El intelecto y la mente no tienen capacidad para incidir
en la memoria trascendente: ni saben donde está ni conocen el archivo dañado.
Por lo mismo, tampoco debemos permitir que forjen expectativas sobre los
efectos e impactos de la respuesta que se produzca, pues el intelecto carece de
información para ponderar lo que determinada circunstancia realmente nos
reporta: hay situaciones negativas que evitan otras peores, acontecimientos
dolorosos que nos abren las puertas de la felicidad o de la consciencia,
etcétera.
Ni
siquiera tengo que pensar qué archivos del disco duro son los que deseo
afianzar o borrar; sólo dar las gracias o pedir perdón ante los avatares,
situaciones y contactos de la vida. Nuestro Espíritu o Aumakua conoce muy bien
la parte de nuestra memoria que a continuación se debe poner en valor o
limpiar. No hay que saber ni pensar. Ho´oponopono es aceptar que hay una parte
de mí que es más sabia. Hay que aprender a confiar en uno mismo, en nuestro Ser
interior; mientras mayor sea la confianza, más intensa será la toma de mando
por parte del Yo verdadero. Y mejores resultados se obtendrán en el trabajo con
nuestra memoria trascendente.
Cuando
confiamos, algo pasa, algo se transforma. Sólo tenemos que “observar”. Y
potenciar o limpiar constantemente, repitiendo las palabras o frases y sabiendo
que estamos impulsando el afianzamiento o el borrado. Por las experiencias
acumuladas en la cadena de vidas, tenemos multitud de pensamientos y archivos
dañados, así que hay que borrar permanentemente hasta que llegue un momento en
el que el Unihipili o Niño Interior lo haga de forma automática. La elevación
del grado de consciencia facilitará la revalorización o eliminación de archivos
de manera natural; y en ese trabajo interior encontramos nuestra verdadera
Esencia.
Y
asumir la responsabilidad íntegra de nuestra vida implica, igualmente, aceptar
la responsabilidad por los pensamientos y acciones de las demás personas que
aparecen en ella. Lo cual, lejos de ser una rémora agotadora, es una magnífica
oportunidad, pues si soy responsable lo puedo cambiar. La gente que llega a
nuestras vidas y con las que nos relacionamos de un modo más o menos familiar y
estrecho no lo hace por casualidad, sino porque compartimos archivos con Amor,
sin Amor o de ambos tipos. Esto es lo que nos une en la dimensión de las
formas, pues en la dimensión subyacente estamos unidos en la Esencia divina.
Cuando son archivos dañinos, la otra persona dirá cosas que nos molestan,
realizará actuaciones que nos causan dolor o padecerá enfermedades. Ante ello,
lejos de contrariarnos y reaccionar defensivamente o con agresividad, seamos
conscientes de que no es sino una proyección de mí y ocasión para borrar tales
archivos. Así que digo “te quiero” o “lo siento, por la parte de mí que ha
creado esto y lo ha traído aquí o a ti” para desactivar el archivo contaminado,
que se eliminará no sólo para mí, sino también para el otro. Quien toma la
responsabilidad es el que borra.
A
muchos les parecerá increíble, pero el camino más fácil es asumir la
responsabilidad completa de nuestra vida, incluidos todos los hechos,
circunstancias y personas que nos rodean; los pensamientos y actos propios y
los de aquéllos que se relacionan con nosotros. En todo lo que llega y acontece
hay que ver una preciosa oportunidad para que el Ser interior coja el mando y
potencie o limpie los archivos (pensamientos, actos, experiencias,…) con o sin
Amor, respectivamente, guardados en nuestra memoria trascendente. La paz
empieza en nosotros, por lo que decir “gracias, te amo” es el mejor regalo que
podemos hacerle al mundo.
Ho’oponopono
apoya la restauración del equilibrio y la armonía en la persona y, a través de
ella, de la Creación. Ayuda a que el ser humano sea permanentemente consciente
de su Ser profundo, desactivando el piloto automático del ego, generando paz y
consiguiendo que nuestros actos se basen en la inspiración. En este orden, hay
que diferenciar bien entre intuición e inspiración -términos que hemos usado
con reiteración a lo largo del texto-. La primera procede de la memoria
trascendente: algo que ya pasó puede volver a repetirse y la intuición nos
avisa (los sueños premonitorios son un exponente de ello). La inspiración, en
cambio, es algo nuevo, una guía que emana desde nuestro Yo verdadero y nos
ofrece algo novedoso para nosotros y para nuestra vida.
Ho´oponopono
va más allá de la Ley de Atracción porque no es posible controlar todo lo que
tenemos en el inconsciente, pero que, no obstante, estamos proyectando y
plasmando en nuestras vidas. Con Ho´oponopono se atrae lo que se agradece, lo
cual coloca al Amor Incondicional, Contra Resistencia, en primer lugar.
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