La mente del principiante
Un maestro zen recibió la visita de un nuevo alumno. Se sentaron a conversar y el maestro le ofreció una taza de té. Mientras el alumno charlaba sin cesar sobre su viaje, sus conocimientos, sus estudios. El maestro le servía el té y cuando la infusión llegó al borde de la taza continuó vertiendo dejando que desbordara. El alumno exclamó ¡cuidado, ya está llena! ¡no cabe mas! El maestro sonriendo le dijo, “Tu eres esta taza. No cabe nada si está llena. Para aprender, primero debes vaciarla”.
La mente del principiante se define como la actitud de apertura, entusiasmo y falta de prejuicios al estudiar o practicar una materia. Esta actitud nos permite abordar cualquier proceso de aprendizaje o creación en condiciones óptimas para lograr el máximo desarrollo y desempeño.
Muy a menudo, el mayor obstáculo para el aprendizaje es “lo que ya sabemos”; nos empeñamos en que esto cobre mas importancia que “lo que no sabemos”. En cualquier conversación o clase en la que participa un experto, siempre hay un par de inexpertos que ocupan todo el espacio del dialogo exhibiendo sus escasos conocimientos. Su atención está en desplegar sobre la mesa esas pocas ideas que creen tener y demostrar su pequeña destreza. No tiene que ser una situación muy trascendente; puede ser en una tertulia de sobremesa, en una reunión del trabajo o en un partido de padel ¿te ves reflejado en esta actitud? Todos lo hacemos en alguna ocasión.
Sería estupendo que aprendiéramos a “vaciar la taza” en determinadas ocasiones. Que abordáramos situaciones que nos son relativamente familiares actuando como si no supiéramos nada. Recuerda cuando estabas aprendiendo a hacer algo que ahora haces bien. ¿te acuerdas de tu nivel de atención y concentración? ¿sientes como ponías tus cinco sentidos? ¿recuerdas la explosión de júbilo cuando lograbas el mas mínimo avance? Esas son la actitudes y sensaciones que abandonamos una vez que ya “sabemos algo” aunque no tiene porqué ser así.
Al avanzar en la vida he descubierto que elegir “ser siempre competente” puede ser peligroso. Cuando eligo mostrar mi “competencia y sabiduría” en todo momento, tiendo a quedarme en terrenos cómodos y familiares. En estos terrenos puedo garantizar mi mejor rendimiento, pero también puedo garantizar que dificilmente iré mas lejos de donde estoy ni me haré mejor de lo que soy.
Tal vez un buen camino sea desarrollar la capacidad de optar por usar tu “mente competente” o tu “mente de principiante” en función de si estás en una situación en la que lo prioritario es rendir o aprender. Ya se que puede parecer un trabalenguas pero la clave es “aprender a no rendir para aprender a aprender”.
Es tan sencillo como vaciar tu taza.
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