Algunas veces somos separados de alguien que amamos por la muerte. Otras veces nos distanciamos o alguien con quien estamos decide distanciarse de nosotros.
¿Por qué quedamos tan apegados y dependientes y sentimos que no podemos vivir sin las personas que amamos? ¿Por qué perdemos nuestra concentración o la confianza en nosotros mismos o somos incapaces de funcionar adecuadamente cuando perdemos un ser querido? Quizá porque pensamos que no somos nada sin ellos.
Desafortunadamente hay cosas que olvidamos…
Olvidamos que somos más que nuestros cuerpos y que cuando la gente que amamos fallece, en realidad terminan estando más cerca nuestro que cuando estaban en sus cuerpos.
Olvidamos que nunca estamos solos y el Universo (Dios) está siempre a nuestro lado esperando que le demos permiso para llevarse nuestras penas y resolver nuestros problemas.
Olvidamos que nadie afuera de nosotros nos puede hacer felices. Si elegimos estar con alguien debe ser porque queremos y no porque lo necesitemos. Todo lo que necesitamos esta dentro nuestro.
Pero sentimos que esta sensación es más fuerte que nosotros, que no lo podemos evitar y esto es lo que sucede cuando nuestras memorias “tocan” o son activadas.
Es muy difícil aceptar que somos 100% responsables y que algo dentro de nosotros crea y atrae gente, circunstancias y problemas a nuestras vidas. Sin embargo, cuando lo aceptamos, podemos comprender que, como hemos creado y atraído tales cosas, somos los únicos que podemos cambiarlo.
En este caso es también importante saber que no somos víctimas y que quizás no podemos evitar sentir dolor por nuestra pérdida, pero el sufrimiento es opcional. “Elegimos” sufrir.
Necesitamos saber que las personas aparecen en (y se van de) nuestras vidas para darnos una oportunidad. Son un regalo, una bendición. Nos ayudan a reconocer las cosas que necesitamos cambiar y trabajar en nosotros mismos. Si decidimos aceptar el 100% de responsabilidad y abstenernos de reaccionar o culpar, podemos realmente encontrarnos y descubrir cuan poderosos en verdad somos. Entonces comprendemos que podemos cambiar nuestras vidas sin depender de nada o nadie afuera nuestro.
Solo nuestros “pensamientos de” nuestros seres amados nos dejan, no la gente real.
Sí, lo sé. Es más fácil decirlo que hacerlo pero voy a darte algunas herramientas y puedes probar a ver si te ayudar a traer más paz a tu vida. Por ejemplo, cuando estás muy ansioso puedes repetir mentalmente “Gracias” o “Te amo”. Agradeciendo y amando a los pensamientos que nos hacen sentir solos, necesitados o dependientes, son maneras de soltarlos y permitirles pasar más rápidamente.
Lo que resistimos, persiste. La clave es que no estamos intentando cambiar las circunstancias o a las personas sino encontrar paz y tranquilidad dentro nuestro, sin importar lo que esté ocurriendo a nuestro alrededor.
Traducción al español donada por Karina Andre
Martin.
telopegr.
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