Lo comparto
desde el blog de Emilio Carrillo.
¿Qué es el ho´oponopono?
El denominado ho´oponopono es una práctica
ancestral fundamentada en la consciencia de ser y en la doble dimensión de ésta
como “alerta” y “espacio”.
La consciencia se relaciona con “ser” y
cuenta con dos esferas indisolublemente ligadas: “consciencia de lo que se es”
y “consciencia de lo que es”. La primera se refleja en estar “alerta”: sé y
siento lo que soy (toma de consciencia de lo que se es, de quien soy). Y la
segunda, con el “espacio”: mi ser es el espacio en el que surgen las formas del
ahora (toma de consciencia de lo que es, de lo que es la realidad). “Yo soy el
que soy” sintetiza esta doble perspectiva. Permanezco en alerta siendo y
sintiendo en el ahora mi ser verdadero y subyacente, eterno, inmutable. Y
constato cómo mi ser es la forma del momento presente, lo que explica y en lo
que se despliegan los contenidos cambiantes del ahora.
Nada es, por tanto, ajeno a mi Ser: ni mi Yo
verdadero, pues es mi Ser mismo; ni las formas mutables del ahora continuo,
pues yo soy el espacio en el que existen y se desenvuelven. Al adquirir
esta conexión con el Yo verdadero, no utilizo el ahora en otra cosa que no sea
para Amar. Y comprendo y acepto que tengo el 100 por 100 de la responsabilidad
de todas las cosas que me ocurren y suceden a mi alrededor y de la globalidad
de las formas mutables del momento presente, del ahora, de la vida. El pecado
no existe, ni nadie nos juzga, pero cada uno tiene la completa responsabilidad
de su vida y de los hechos, relaciones, encuentros y eventos que en ella se
producen.
Este convencimiento estaba presente en
antiguas culturas. Y en ese mismo convencimiento se basa precisamente el
ho´oponopono, que nos recuerda que la vida es realmente una cadena de vidas
físicas y que guardamos en nuestra memoria trascendente, en el “disco duro”
sutil de cada uno, todos los pensamientos generados y experiencias acontecidas
a lo largo de la citada cadena vital. Son estos pensamientos (los plenos de
Amor, pero también los dolorosos y funestos) y experiencias (las llenas de
Amor, pero igualmente las carentes de él y que han causado daño a nosotros
mismos o a los demás) los que mantenemos en nuestro disco duro y proyectamos
hacia la dimensión superficial –formas y contenidos- del momento presente y del
mundo exterior, que es moldeada por nosotros mismos a semejanza nuestra.
El ho´oponopono proviene de tradiciones
indígenas del Pacífico, en general, y de la cultura hawaiana, en particular.
Literalmente significa “acertar el paso” o “corregir el error”. De acuerdo con
arcaicas creencias, el error proviene de experiencias dañinas y pensamientos
frustrantes desplegados en otras vidas y que se acumulan en la memoria donde
almacenamos nuestra existencia –cadena de vidas-. Esta memoria trascendente,
incluida la parte de la misma contaminada por tales experiencias y pensamientos
faltos de Amor, aflora y se manifiesta en nuestra vida actual, reflejándose y
explicando multitud de actos, sucesos y circunstancias que vivimos y nos
rodean. Ante esto, la práctica del ho´oponopono nos enseña a que
conscientemente agradezcamos a nuestro Ser profundo las cosas bellas y hermosas
que ahora vivimos -cual modo de subrayar y poner en valor la parte (archivos
del disco duro) repleta de Amor que la memoria trascendente atesora- y reconozcamos
y asumamos como responsabilidad propia la totalidad de las vivencias dolorosas
del presente –cual forma de eliminar y borrar la parte (archivos del disco
duro) carente de Amor que la misma memoria guarda-. De esta manera,
ho´oponopono ofrece la posibilidad de revalorizar los archivos con Amor y
eliminar los sin Amor, liberando la energía de experiencias y pensamientos
cargados de daño y error que son causa y origen de desequilibrios,
desasosiegos, insatisfacciones, enojos, enemistades y enfermedades.
El ser humano es una unidad energética y
vibracional en la que conviven tres gamas o modos vibratorios: Espíritu o Yo
verdadero –en terminología ho´oponopono, “Aumakua”, “Superconsciente” o Padre-;
cuerpo físico, con la mente y el intelecto como componente más desarrollado
–“Uhane”, “Consciente” o Madre-; y alma, que, junto al ADN sutil (“células del
alma”), almacena las experiencias acumuladas durante la cadena de vida –en
ho´oponopono se llama “Unihipili”, “Subconsciente” o “Niño Interior” a esta
conjunción de energía consciencial-.
Pues bien, éste último componente es el
responsable de todo lo que proyectamos desde nuestro disco duro hacia las
formas del mundo exterior. El Unihipili acumula los archivos de memoria, tanto
de esta vida como de las restantes de la cadena de vidas que recorremos en
nuestra encarnación en el plano humano; y lanza sus contenidos a las formas del
momento presente, moldeándolas a nuestra semejanza. Sin embargo, el ser humano
consciente está en condiciones de incidir sobre esa memoria y los archivos para
afianzar las experiencias y pensamientos plenos de Amor –que se manifiestan en
hechos positivos y hermosos de nuestra vida de ahora- y eliminar los llenos de
odio, frustración y resentimiento –que se plasman en circunstancias y vivencias
negativas y dolorosas de la vida presente-.
¿Cómo hacerlo? Por medio del Uhane o
Consciente, que es a quien corresponde decidir que aceptamos al 100 por 100 la
responsabilidad de nuestra vida. Esta aceptación posibilita que trabajemos en
el archivo que haya generado la situación que nos afecta en la actualidad, en
la idea de que todo en nuestra vida nos llega para que borremos energías
perniciosas guardadas en la memoria trascendente o afiancemos los archivos
llenos de Amor que también atesora.
Comunicación con nosotros mismos
Para la puesta en práctica del Uhane con
esta finalidad, debemos dejar a un lado la racionalidad y el intelecto, confiar
en nuestra dimensión subyacente –Espíritu, Amor- y trabajar con las
herramientas que el ho´oponopono ofrece. Son sencillas y directas. La más
fructífera consiste en establecer una comunicación fluida y constante entre el
Uhane o Consciente y el Aumakua o Ser profundo.
Así, para fijar y potenciar en la memoria
los pensamientos y experiencias de Amor, es suficiente con que desde el Uhane
digamos “gracias” o “te quiero” a nuestro Ser interior ante las cosas hermosas
de nuestra vida cotidiana. Y para borrar los pensamientos y experiencias sin
Amor, basta con que digamos “lo siento, perdóname por la parte de mí que ha
creado esto y lo ha traído aquí, lo ha puesto en mí o lo ha proyectado a otro o
a los demás”. Y recordando siempre que damos gracias o pedimos perdón a
nosotros mismos, no a alguien o algo ajeno a mí. No hay nada fuera que nos
traiga nada; no somos pecadores ni culpables; nadie nos juzga. Nuestro Espíritu
sólo nos pide que desde el Consciente digamos “gracias” o “lo siento”. Creas lo
que crees; y si Yo lo he creado, Yo lo puedo cambiar. Esto es aceptar el 100%
de responsabilidad de nuestra vida.
Ho´oponopono impulsa, por tanto, una
comunicación consciente con nuestro Ser interior para que éste tome el mando y
afiance o borre, según el caso, partes concretas de nuestra memoria
trascendente. Y la respuesta ante tal comunicación es automática, aunque no la
proporciona el intelecto, sino nuestra energía divina, a la que conscientemente
dejamos fluir y operar para recalcar o eliminar componentes de la memoria. El
intelecto y la mente no tienen capacidad para incidir en la memoria
trascendente: ni saben donde está ni conocen el archivo dañado. Por lo mismo,
tampoco debemos permitir que forjen expectativas sobre los efectos e impactos
de la respuesta que se produzca, pues el intelecto carece de información para
ponderar lo que determinada circunstancia realmente nos reporta: hay
situaciones negativas que evitan otras peores, acontecimientos dolorosos que
nos abren las puertas de la felicidad o de la consciencia, etcétera.
Ni siquiera tengo que pensar qué archivos
del disco duro son los que deseo afianzar o borrar; sólo dar las gracias o
pedir perdón ante los avatares, situaciones y contactos de la vida. Nuestro
Espíritu o Aumakua conoce muy bien la parte de nuestra memoria que a
continuación se debe poner en valor o limpiar. No hay que saber ni pensar.
Ho´oponopono es aceptar que hay una parte de mí que es más sabia. Hay que
aprender a confiar en uno mismo, en nuestro Ser interior; mientras mayor sea la
confianza, más intensa será la toma de mando por parte del Yo verdadero. Y
mejores resultados se obtendrán en el trabajo con nuestra memoria trascendente.
Cuando confiamos, algo pasa, algo se
transforma. Sólo tenemos que “observar”. Y potenciar o limpiar constantemente,
repitiendo las palabras o frases y sabiendo que estamos impulsando el
afianzamiento o el borrado. Por las experiencias acumuladas en la cadena de
vidas, tenemos multitud de pensamientos y archivos dañados, así que hay que
borrar permanentemente hasta que llegue un momento en el que el Unihipili o
Niño Interior lo haga de forma automática. La elevación del grado de
consciencia facilitará la revalorización o eliminación de archivos de manera
natural; y en ese trabajo interior encontramos nuestra verdadera Esencia.
Y asumir la responsabilidad íntegra de
nuestra vida implica, igualmente, aceptar la responsabilidad por los
pensamientos y acciones de las demás personas que aparecen en ella. Lo cual,
lejos de ser una rémora agotadora, es una magnífica oportunidad, pues si soy
responsable lo puedo cambiar. La gente que llega a nuestras vidas y con las que
nos relacionamos de un modo más o menos familiar y estrecho no lo hace por
casualidad, sino porque compartimos archivos con Amor, sin Amor o de ambos
tipos. Esto es lo que nos une en la dimensión de las formas, pues en la
dimensión subyacente estamos unidos en la Esenciadivina. Cuando son archivos
dañinos, la otra persona dirá cosas que nos molestan, realizará actuaciones que
nos causan dolor o padecerá enfermedades. Ante ello, lejos de contrariarnos y
reaccionar defensivamente o con agresividad, seamos conscientes de que no es
sino una proyección de mí y ocasión para borrar tales archivos. Así que digo
“te quiero” o “lo siento, por la parte de mí que ha creado esto y lo ha traído
aquí o a ti” para desactivar el archivo contaminado, que se eliminará no sólo
para mí, sino también para el otro. Quien toma la responsabilidad es el que
borra.
A muchos les parecerá increíble, pero el
camino más fácil es asumir la responsabilidad completa de nuestra vida,
incluidos todos los hechos, circunstancias y personas que nos rodean; los
pensamientos y actos propios y los de aquéllos que se relacionan con nosotros.
En todo lo que llega y acontece hay que ver una preciosa oportunidad para que
el Ser interior coja el mando y potencie o limpie los archivos (pensamientos,
actos, experiencias,…) con o sin Amor, respectivamente, guardados en nuestra
memoria trascendente. La paz empieza en nosotros, por lo que decir “gracias, te
amo” es el mejor regalo que podemos hacerle al mundo.
Ho’oponopono apoya la restauración del
equilibrio y la armonía en la persona y, a través de ella, de la Creación.
Ayuda a que el ser humano sea permanentemente consciente de su Ser profundo,
desactivando el piloto automático del ego, generando paz y consiguiendo que
nuestros actos se basen en la inspiración. En este orden, hay que diferenciar
bien entre intuición e inspiración -términos que hemos usado con reiteración a
lo largo del texto-. La primera procede de la memoria trascendente: algo que ya
pasó puede volver a repetirse y la intuición nos avisa (los sueños
premonitorios son un exponente de ello). La inspiración, en cambio, es algo
nuevo, una guía que emana desde nuestro Yo verdadero y nos ofrece algo novedoso
para nosotros y para nuestra vida.
Ho´oponopono va más allá de la Ley de
Atracción porque no es posible controlar todo lo que tenemos en el
inconsciente, pero que, no obstante, estamos proyectando y plasmando en
nuestras vidas. Con Ho´oponopono se atrae lo que se agradece, lo cual coloca al
Amor Incondicional en primer lugar.
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